Cuidado de los girasoles
El cuidado de los girasoles comienza con una correcta siembra en suelos fértiles, profundos y bien drenados, ya que estas plantas requieren espacio suficiente para que sus raíces se desarrollen con fuerza. Necesitan una exposición directa al sol, pues de ahí proviene su nombre y característica principal: seguir la trayectoria solar durante sus primeras etapas de crecimiento.
El riego debe ser regular, manteniendo la tierra húmeda pero sin exceso de agua. Durante la germinación y el crecimiento inicial necesitan más humedad, mientras que en la etapa de floración los riegos deben ser más espaciados para evitar encharcamientos que puedan dañar la planta.
En cuanto al clima, los girasoles crecen mejor en ambientes cálidos y con temperaturas templadas. También es recomendable abonarlos con nutrientes ricos en nitrógeno, fósforo y potasio para favorecer un crecimiento fuerte y una floración abundante.
Cuando la flor madura y sus pétalos comienzan a secarse, se pueden cortar para su uso ornamental o dejar secar la planta para cosechar sus semillas, que tienen un gran valor alimenticio y económico. Con los cuidados adecuados, los girasoles no solo embellecen los espacios con su imponente presencia, sino que también ofrecen semillas nutritivas y aceite de gran utilidad.